Los tiempos vertiginosos que transitamos requieren de nosotrosrespuestas rápidas a las situaciones problemáticas que se nos presentan. Y muchas veces las respuestas que implementamos, las conocidas, no son las adecuadas a la situación presentada.
Las respuestas exitosas de ayer, pueden no serlo hoy.
Aquellas situaciones de vida, que alguna vez enfrentamos en forma satisfactoria y nos dieron la oportunidad de realizar determinados aprendizajes, también fueron tocadas por los cambios que la actualidad propone paso a paso: el avance de la tecnología, los cambios climáticos, la globalización, las crisis, los atascos, los obstáculos que se nos presentan, etc.
Situaciones impensadas e inusuales, que no contemplábamos como cotidianas, hoy nos llevan a tenerlas en cuenta y nos demandan implementar nuevas acciones para enfrentarlas. Ante estas circunstancias es interesante reflexionar sobre nuestra capacidad de incorporar cambios en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo nos sentimos respecto de los cambios que nos propone la actualidad? ¿Qué pensamos respecto de ellos? ¿Nos embarcamos en protestas y quejas? ¿Cómo actuamos?
Estas preguntas nos pueden orientar cuando reflexionamos sobre el presente y el futuro que queremos crear. En algunos casos, nosotros nos proponemos cambiar en aquellas situaciones que lo consideramos necesario. Estos cambios, buscados, son aquellos que enfrentamos a partir de nuestro deseo y en la medida de nuestras posibilidades, tienen un buen pronóstico. Existen otros cambios, que son los que proponen las circunstancias, aquellos que no dependen de nosotros e irrumpen en nuestras vidas... ¿Nos sentimos preparados para aceptarlos? ¿Cuál es nuestro estado interno cuando pensamos en ello?
Nuestro cerebro genera respuestas automáticas, de ataque y huida, necesaria para lograr nuestra supervivencia y dar respuestas a aquellas situaciones que consideramos peligrosas. Pero, ¿qué sucede cuando no estamos en situaciones límites y sin embargo necesitamos adecuar nuestras respuestas a las situaciones del entorno? Como un cambio laboral, un inconveniente en el transporte, entre otras tantas situaciones.
Todo cambio implica ir hacia algo no habitual, no conocido y por lo tanto nos demanda un proceso en el que está en juego nuestra atención, y pone en juego nuestras actitudes ante el mismo.
¿Puedes visualizar alguna actitud personal que te impide tomar el cambio satisfactoriamente? ¿Te reconoces en algún estilo particular para asumir este cambio? ¿Qué significado le das a los cambios en tu vida? ¿Puedes observar que estados internos despierta en ti el solo pensarlo?
Cada uno de nosotros tiene un estilo personal de adaptarse a la realidad y en este estilo, están implícitos las creencias, los valores y la posibilidad de ver el cambio como oportunidad o no, que se traduce en el tipo de conductas que adoptamos ante el mismo.
¿Consideras que tienes el estilo de acción necesario que te lleva a crear y crecer en aquello que es importante para ti, aún ante situaciones cambiantes? ¿Te parece que necesitas implementar algún recurso adicional a los que ya posees?
La respuesta está en ti.