En nuestro hemisferio sur… paulatinamente vamos poniendo la rueda en movimiento. Ya en los primeros días de otoño, recordamos los últimos días de verano, nuestras intenciones, nuestros planes.
El inicio de las clases, el retorno a nuestro lugar de trabajo habitual, las situaciones no esperadas que enfrentamos, todo confluye en el devenir de cada día.
El tiempo de descanso, ya aparece como un nuevo deseo y las tareas y las obligaciones de cada día nos van sumiendo en un mar de actividades que completan nuestra agenda. Y en este reinicio de actividades, te propongo que observes tus estados internos o estados de ánimo, como los potenciadores o los limitantes de las acciones que cada día te propones llevar a cabo.
¿Cuál es el estado con el que llegas a tu sitio de trabajo? ¿El que observas en tu hogar?¿En tu escuela? ¿Te has detenido a pensar en la manera que influye en ti? ¿Sientes que te conectas con un estado que te limita? ¿O bien, te lleva a generar nuevas oportunidades de acción que hagan una diferencia para ti y para tu entorno? ¿Qué emociones te acompañan la mayor parte del tiempo?
Estar conscientes de esta forma de estar en el mundo, puede ser el punto de partida para generar acciones que estén directamente relacionadas con los deseos, oportunidades y/o posibilidades que queremos generar en este nuevo tiempo. Un tiempo que demanda respuestas rápidas a situaciones conocidas y no conocidas por nosotros hasta el momento. Respuestas que serán el resultado de las elecciones que hagamos, en función de los estados internos en los que nos encontremos.
Mirar el entorno, chequearlo, y observar las oportunidades que nos ofrece es una parte de la situación a enfrentar o resolver. Mirar hacia nuestro interior, y chequear cuales son las emociones que percibimos en nosotros, los pensamientos y creencias que nos llevan a elegir nuestras conductas, es integrar nuestro mundo interior con el exterior.
¿Puedes descubrir cuál es el estado interno que te conduce a generar el futuro que deseas?
¿Sientes valioso ese proyecto que deseas comenzar?
¿Detectas la emoción que te acompaña cuando piensas en él?
¿Te potencia o te limita?
¿Qué estás dispuesto a hacer para que tu proyecto se transforme en realidad?
La respuesta está en ti.